Jugárselo todo a una carta

Un momento estimulante es, por ejemplo, ese en el cual uno se había fijado en determinadas cosas y, de repente, alguien las hace evidentes. Preguntarse el porqué de las cosas es un ejercicio muy sano. Por ejemplo, ¿por qué una web funciona más que otra? ¿Por qué un buen publicista diseña la creatividad de un anuncio de una determinada manera? ¿Por qué un fotógrafo encuadra de un modo y no de otro? Al final del día nos pasan por delante cientos, miles de impactos visuales y saber captar la atención para optimizar el efecto es más importante que nunca.

Preguntémonos, por tanto, ¿qué distingue una buena de una mala carta en un establecimiento de restauración? Una buena o mala carta en una de nuestras pizarras de García de Pou, por ejemplo, se distingue por varios elementos gráficos, sí, pero también de distribución de la información.

Los elementos visuales en una carta son claves para captar la atención de los comensales.

Al final, no nos engañemos, la primera boca para alimentar es la de la vista, y en base a ello una carta puede suponer acabar incrementando el ticket medio por comensal. ¿O es que no es estratégico saber situar los platos más rentables en aquellos puntos donde se va la vista de manera natural? Alguien podrá ponerlo en duda y decir: «¡esto es una tontería!». Pero entonces quizás hay que preguntarse por qué en un periódico o revista no cuesta lo mismo un módulo de publicidad situado en un lugar de la página que en otro. En publicidad hay un término llamado OTS (Opportunities To See), un factor que se mide mucho a la hora de elegir la calidad de un soporte concreto, en un lugar concreto y en un momento concreto en base a la cantidad de oportunidades que genera para ser visto. ¿Duda aclarada?

Cuando el comensal se sienta a la mesa, sea un día laborable o festivo, por necesidad o por ocio, siempre se asocia a un momento placentero, de pausa, y como tal debe ser un momento fácil. Un comensal no debe perderse, ni agobiarse, ni entrar en disquisiciones eternas sobre qué le apetece, o qué necesita, porque quizás sufre una intolerancia alimentaria, es vegetariano o a lo mejor comparte mesa con niños pequeños.

La distribución de la información es un aspecto importante para elaborar una buena carta.

Por lo tanto, aquí va un decálogo para hacer lucir la carta de vuestro establecimiento.

Rentabilidad: Los platos más rentables siempre en primer orden, arriba y a la derecha, como la publicidad cara.

Simplicidad: Si optas por combinaciones de platos que ya están en la carta para hacer un menú diario explica muy bien, o mejor, directamente evítalas.

Tiempo: El comensal no quiere dedicar más de dos minutos a elegir. Hagámoslo fácil.

Alergias: Identificar claramente, y cuando se dice claramente, significa muy claramente, los alimentos susceptibles de provocar alergias. Y ya que estamos, siempre es un valor añadido aclarar qué platos son vegetarianos o bajos en calorías.

Claridad: Utilizar tipografía clara, legible y un diseño de acuerdo con el estilo, aire y ambiente de tu local. Por cierto, el diseño gráfico debe estar al servicio del establecimiento y no a la inversa. Esto, pasa. Y no está de más pensar en un papel de textura, con más calidad, más allá del clásico folio.

Los comensales prefieren cartas con claridad que les permita elegir fácilmente.

Mantenimiento: Conservar las cartas siempre en un estado impecable, es decir, limpias y sin deterioro. Y si es en un soporte duro como madera, corcho, metal… es una oportunidad para ser original, pero sin perder de vista que se debe poder manipular bien.

Precios: Los importes siempre sin el símbolo de la moneda, jugando con los límites psicológicos. O sea, 9,90 no es 10. Una pequeña gran diferencia. Y no situar nunca los platos por orden de precio ascendente.

Extensión: Limitar la carta en el punto medio entre poder elegir varias opciones, pero sin estresarse con la Biblia en verso. El establecimiento no es una biblioteca. El comensal no viene a leer, viene a comer. No viene a elegir el color de las paredes de su casa. Viene a comer y disfrutar en cuestión de minutos por un tiempo limitado.

Ortografía: Quizá no habría ni que mencionarlo. La manera más directa de hundir la imagen de un establecimiento es comprobar que hay faltas de ortografía y que, además, no se acaban corrigiendo nunca. Sí, eso también pasa.

Multilingüismo: Si por legislación o sensibilidad hay una carta en varios idiomas la imagen también se puede arruinar en milésimas de segundo por haber confiado en un traductor automático sin supervisión que ridiculice la carta. Más vale gastar un dinerito, si es necesario, en un traductor profesional.

La carta es uno de los elementos más importantes en bares y restaurantes.

En García de Pou ponemos el soporte, sea una pizarra o un porta menús y vosotros la carta bien hecha. Por mentira que parezca, diferenciarse, a menudo es tan sencillo como hacer bien las cosas y la carta es, y valga la redundancia, la carta de presentación de un establecimiento.

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