El cotillón de Nochevieja y otras celebraciones de Fin de año

El cotillón era un tipo de baile de sociedad del Barroco francés en el que cuatro parejas danzaban formando un cuadrado. Era muy habitual que durante el intercambio los participantes aprovecharan para presentarse o coquetear con los otros bailarines, y eso permitía a los jóvenes interactuar bajo una cuidadosa supervisión. Al final de la danza, se repartían pequeños obsequios para dar mayor alegría y animación en una especie de fin de fiesta.

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Jacob Duck, «El cotillón», s. XVII, Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana.

De aquí viene la tradición de entregar a los asistentes a las fiestas de Fin de año bolsas llenas de trompetas, antifaces, sombreros, matasuegras, serpentinas… García de Pou fue la primera empresa en introducir en el mercado español sus bolsas de cotillón hace ya cincuenta y cinco años, empezándolas a vender un poco más tarde en Portugal y Francia. Actualmente también se comercializan en países como la República Dominicana o Marruecos.

Bolsa individual modelo Riviera y surtido para veinte personas Celo.

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Doce uvas, lentejas y un beso

Mucha gente que considera que entrar en el nuevo año vistiendo una prenda íntima de color rojo da buena suerte. Aunque quizás la tradición más popular es la de comer las doce uvas, una por cada campanada, a las 12 de la noche del 31 de diciembre, brindando después con una copa de cava. Se dice que aquel que no haya tomado las uvas antes de que terminen las campanadas tendrá un año de mala suerte. Esta costumbre del s. XIX se ha extendido desde la península a varios países como México, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Perú, Colombia o Costa Rica. Incluso se celebra en Hay Flat, en el sur de Australia.

En García de Pou tenemos todo tipo de envases para las uvas de la suerte.

 

En Italia, durante la “notte di Capodano”, los comensales se reúnen alrededor de la mesa y disfrutan de numerosas exquisiteces, hasta que llegan las campanadas y el plato esperado: las lentejas y el “cotechino” (fiambre). Las lentejas son consideradas por los romanos como un símbolo de riqueza. Para tener un año próspero se tienen que contar a medida que se van comiendo… ¡cuántas más se cuentan, más dinero se tendrá!. Es una tradición que tiene siglos de historia y que se remonta a la antigua Roma.

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