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El segundo requisito, pero no menos importante, sería la resistencia. Un envase siempre debe ser capaz de cumplir la función para la que está fabricado. En este caso, para servir comida, es imprescindible que una caja, una barquilla o un cucurucho de patatas fritas no se deterioren con la humedad o las grasas que inevitablemente desprenden los alimentos. Un buen plato nunca debería arruinarse por culpa de un recipiente inadecuado.
Y por último, el diseño. No descubrimos nada nuevo, si decimos que un packaging moderno y atractivo fideliza a los clientes a un establecimiento tanto como el propio producto. Un envase bonito realza un plato e incluso puede que acabe inmortalizado en una de las miles de fotografías que los foodies cuelgan a diario en las redes sociales.
Imaginación es poder e innovación. Mientras la llamada nueva normalidad deje de ser anormal hay que buscar alternativas por si los camareros se quedan afónicos. De hecho, antes del advenimiento de la pandemia del Covid-19, ya se observaban o se empezaban a intuir muchos de los cambios que ahora se han acelerado. Y es que, a veces, las cosas vienen para quedarse una temporadita. Por consiguiente, ¿qué opciones tiene la restauración para facilitar la información gastronómica con la máxima seguridad para todos?
Ante esta situación muchos restaurantes se han adaptado rápidamente optando por alternativas como el “Take away” y el “Delivery” como una nueva oportunidad en sus negocios. Y es que, ante tiempo de dificultades, toca reinventarse.